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Resumen de la historia de Gelsa

Barrio Judío (por Paco Leonat)

Moneda de Adriano Augusto

Fotografía: Paco Leonat

El nombre de la localidad proviene de la colonia romana Lépida Celsa, cuyo núcleo se encuentra en la actual Velilla de Ebro, aunque es muy probable que se extendiera también hasta Gelsa, como lo demuestran algunos hallazgos de enterramientos y de una lápida dedicada a la diosa Obana. César erigió a Celsa en Colonia romana antes del año 43 a.C., y la distinguió con singulares privilegios como la acuñación de moneda. Con Augusto empezó una lenta decadencia de esta colonia a favor de Caesaraugusta. En la actualidad, parte de la colonia ha sido excavada y cuenta con un museo.

Noria

La localidad de Gelsa fue fundada probablemente por los árabes, en su invasión del siglo VIII. Algunas construcciones son muestra de esta época, como las calles de los Cubiertos y Ocho Esquinas, el Pilón de las Levatas y el Pilón de la Atalaya (ya desaparecido).

La huella árabe está también presente en los sistemas de riego: azud, norias y acequias, aunque parte de estas obras pudieran ser anteriores (romanos) o posteriores (señores medievales). La población musulmana continuó ocupando estas tierras incluso tras la ocupación de la zona por Alfonso I a comienzos del siglo XII.

Pilón de las Levatas

En 1210, Pedro II cedió Gelsa en señorío, junto con otros lugares de la baronía de Quinto, a los Torrellas Ortiz, que las vendieron al conde Lope de Luna en 1358. En 1383, se concedieron una serie de privilegios que quedaron anulados en 1431 cuando el señorío pasó a Juan de Funes. El octavo señor de esta casa, Antonio de Funes, mandó construir el palacio de la plaza Mayor.

Calle de los Cubiertos

En 1609 se produjo la expulsión de los moriscos, por lo que fue necesario repoblar la villa. Para ello, en 1626, se ratificaron los viejos privilegios y en 1628 Juan de Funes y Villalpando otorgó una Carta Puebla, que, entre otras cosas, incluía la cesión (a cambio de los censos correspondientes) de la barca, las norias y el acampo de la Dula y de la Carne (llamado así porque en él pastaba la “dula” o ganado perteneciente a todos los vecinos pastoreado por un “dulero” o “dulera”). 
María Francisco Climente, primera esposa de Juan, aportó la reliquia de la “Santa Espina” que quedó en el Monasterio de la Purísima Concepción y la Santa Espina. Por otra parte, José Pedro Funes de Villalpando, conde de Atarés, introdujo la devoción de la Virgen del Buen Suceso.

La Iglesia Parroquial, dedicada a San Pedro, fue construida en el último tercio del siglo XVII y reformada a mediados de la centuria siguiente y en 1863. La torre es probablemente de 1826 y el reloj público con campanas fue instalado en 1899. En el siglo XVIII se edificó la ermita de la Virgen del Buen Suceso y en 1821 se trasladó el cementerio de las proximidades de la Iglesia a su ubicación actual.

En 1728 se levantó una fábrica de tejidos de lana dirigida por el ingeniero nacido en la villa José Genzor y López de Perea. Los graneros del conde, hoy Centro Cultural, fueron construidos antes de 1779. Junto a ellos se encontraba una factoría de hiladores de seda, que en 1845 llegó a producir 5.000 libras aragonesas.

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